19 de agosto de 2009

Reflexiones del curso en Palestina y II

Ayer tracé las primeras pinceladas del viaje a Palestina. A medida que pugnan por salir experiencias y recuerdos, les doy cabida en este medio de comunicación para evitar el olvido o la tibieza con que puedan narrarse a medida que el tiempo pasa.
Los primeros días en Ramallah fueron tan intensos que la sensación compartida era siempre la misma: parecía que lleváramos un siglo allí, ¡que los días tuvieran 48 horas!
A medida que enriquecíamos el conocimiento y la vivencia, la palabra contradicción golpeaba mi mente con demasiada frecuencia. No quería, no debía tomar partido aunque la evidencia diaria se inclinaba claramente al apoyo al pueblo palestino. Conocer gente israelí que comparte y lucha por la causa Palestina me permitió mantener el equilibrio para no entrar también yo en conflicto y poder tener una visión lo más clara posible de lo que allí acontecía. Sin ir más lejos, mi amiga Neta es un claro ejemplo de la lucha activa y comprometida. Israelí de nacimiento, casada con Palestino y hogar en Ramallah. Ella es uno más de los miles de casos que ilustran las detenciones y los días amargos vividos en una prisión israelí. Su peor experiencia fue ser apresada en un check point en presencia de sus dos hijas pequeñas.
La sensación de ONG´s por doquier, coches de UN y voluntarios o cooperantes produce a veces un impacto que puede distorsionar la comprensión del papel que dichas organizaciones juegan en el conflicto.
"La guerra y la pobreza enriquecen a mucha gente" y ello se pone también de manifiesto en este lugar del planeta. De igual forma, aunque con otros términos, se expresó Mijail, un joven israelí que vive en Hebrón apoyando la causa palestina: "Peace is a business".
Tranquilizadora fue la sensación de confrontar la información que a diario aparece en los medios de comunicación en relación al fervor extremista de los palestinos; nada más lejos de la realidad. Cada contacto con el pueblo palestino me devolvía la misma sensación: rostros apacibles, miradas profundas y serenas, discursos carentes de fervor, extremismo u odio, cordialidad y, sobre todo, gran hospitalidad, en una atmósfera donde las tragedias narradas a veces se veían reflejadas con mayor intensidad en las palabras no pronunciadas.
Oprimido y opresor, David y Goliath. Gente que tiene raíces profundas que ahogan su mente y su corazón desde la infancia, creando en ese momento el peor obstáculo para el acercamiento y el diálogo.
Todavía queda mucho por hacer. La sociedad israelí, el sector político, religioso o el ejército, cualquiera de ellos que apoye una situación que dura ya 60 años, está enferma, obsesionada con el pretexto de la seguridad. Jóvenes inmaduros, los soldados israelitas, a veces con rostro aburrido en el check point, escudándose en el uniforme y las armas, crean situaciones de tensión y dolor impunemente.
Se habla de Paz, se clama por la solución de dos estados, mientras Israel hace caso omiso a la Comunidad Internacional, " A land without People , People without Land", esa es la consigna israelita.
Parece que los esfuerzos internacionales no dan los frutos esperados tras décadas de negociaciones. Es el sentir de muchos palestinos que miran a un futuro lleno de espejismos en un oasis presidido por la bandera israelí.
Mirar hacia atrás y reconocer la atrocidad cometida por ISRAEL CONTRA EL PUEBLO PALESTINO, piden algunos, derechos humanos , paz, presión Internacional....palabras que se ahogan en el intenso calor del desierto, que se pierden entre miles de páginas en multitud de oficinas que parecen buscar la solución al conflicto. Más allá de la presión internacional, de la política como única vía, hay otro frente igual o más importante que no hay que olvidar si se quiere garantizar una convivencia duradera basada en el respeto a la identidad, historia y cultura del pueblo palestino y la igualdad de derechos humanos, me refiero a las semillas de odio, separación, incomunicación que siguen siendo alimentadas en muchos ciudadanos. La solución también pasa por fortalecer o modificar el sistema educativo y permitir que la realidad sea reflejo de la Historia y no una manipulación interesada de algunos sectores que perpetúan el Conflicto.
Jovita Prinz
(Palestina, Julio 2009)

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